+FINAL+UNO.jpg)
Solo en medio de la habitación vacía de muebles,
no más que una mesa de luz a su lado.
tirado boca arriba, sintiendo los talones y la nuca contra el suelo, salvajemente empujado por la gravedad hacia el centro de la tierra, dilatadas las pupilas, reseca la saliva en las comisuras de los labios…
De este modo espera su llegada. La llegada de la sombra temida, sombra que para el, bajo las circunstancias, no representa otra cosa que un tramite.
El, es Mario Jiménez, un actor de teatro cuya carrera se encuentra en un momento inmejorable.
Sin embargo ahora, tirado sobre su propio peso, sin otro signo vital que el de una respiración que casi no está, se pregunta de qué le sirve todo lo que lo rodea, sabiendo que ya es tarde.
-Nada-, se responde el mismo, -me importa un carajo esta farsa, todo es mentira.-
Interrumpe el dialogo con sigo mismo, la aparición del espectro, el momento llegó. la observa con desdén, se sabe capaz de vencerla, (ya lo hizo alguna vez, noches atrás).
En lugar de resignarse ante la presencia, grita, insulta y hasta se traba en lucha con el espectro.Ruedan por el piso, y cuando ya toma el control de la situación, nota sin sorpresa que la sombra empieza a desvanecerse entre sus manos, hasta desaparecer en un aullido.
Cae el telón
La lluvia de aplausos se parece mucho a la de ayer, a la de anteayer.
No lo conmueve en absoluto, solo quiere cambiarse de ropa y llegar a su casa.
La gente se agolpa en torno al actor, todos quieren cruzar unas palabras con el, pedirle una foto, hablarle de un hijo que al parecer -si bien, es muy tímido el nene, tiene muchas condiciones actorales-, pero la cabeza de Mario está invadida por un ruido blanco, por un hastío irreparable y sobre todo, por una ausencia…
-Bueno Mario, ¡otra gran noche, la gente aplaudió de pie! Vamos a comer algo con los muchachos para seguir los festejos-
-Me parece que hoy paso, mandale un abrazo a todos de mi parte-
-Pero Marito, qué te pasa, todos te esperan a vos, ya sabes como funciona todo esto-
-Justamente, porque sé como funciona es que prefiero quedarme en casa.
No se si a alguien le importa, no se siquiera si a vos te puede importar, pero ella ya no está conmigo. Hablamos por teléfono hoy, le dije que la amaba, la invite a la función,le propuse tener un encuentro, hablar un poco, mirarnos a la cara, y terminar como siempre, durmiendo juntos(esto último solo lo pensé).
Pero esta vez dijo basta, me dijo también que estaba con un tipo, y por ultimo me pidió encarecidamente que desaparezca de una vez para todas.
Ese fue nuestro dialogo, monologo en realidad, yo solo la escuché en silencio, esperé que terminara y corté.
Ahora yo te pido a vos que me dejes tranquilo, y que te abstengas de cualquier tipo de sugerencia o consejo. Andá tranquilo, yo me voy a casa.
El viaje de regreso fue turbulento.
Acaso fue la inercia la que lo condujo en forma correcta por la calle.
El ruido blanco se había apoderado de la totalidad de su mente, reemplazando a todo pensamiento.
Solo hizo uso de razón para indicarle la dirección al taxista, quien después de la tercera vez de preguntar ¿a donde vamos, maestro?, se empezaba a impacientar.
-déjeme en la estación Flores-
-A sus órdenes- respondió, reconfortado al comprobar que su pasajero estaba relativamente lúcido.
En vano el conductor intentó entablar algún tipo de dialogo-¿cómo estuvo la función, mucha gente? ¿Tá fresco no?
Cada posible camino propuesto moría en una repuesta monosilábica, cuando no en un balbuceo ininteligible-
Desengañado el taxista, se dedicó a conducir dedicándole cada tanto una mirada de recelo a través del espejo retrovisor.
Caminando hacia su departamento, Mario sentía que algo se había escapado de el…
Ya en la habitación su entendimiento de la realidad estaba atravesado por un vidrio empañado que deformaba todas las cosas.
Fue entonces que abrió el cajón y allí estaban, pequeñas, redondas, expectantes.
Las tomo una por una, sin pensarlo, sin saber, sin sentir.
El afuera le llegaba mediante modificaciones de luz, tamaños irreales, difusos, el apenas perceptible sonido de los autos ahora destrozaba sus oídos.
Las pastillas comenzaban a hacer su trabajo.
Un grito ahogado devino en llanto,
ya era tarde.
La habitación se llenó de cuerpos intangibles, en vano estiró su mano varias veces para alcanzarlos. Las alucinaciones provocadas por el veneno
se suceden una detrás de otra, y hasta se superponen haciéndose insoportables para el cerebro.
Ahora el lugar está sobrevolado por avispas de tamaños exagerados, ciegas y obstinadas se incrustan una y otra vez contra los vidrios de las ventanas.
En ese instante una brutal incisión le desgarra el estomago, el veneno ya está en la sangre.
Solo, en medio de la habitación vacía de muebles, no más que una mesa de luz a su lado, tirado boca arriba, sintiendo los talones y la nuca contra el suelo, salvajemente empujado por la gravedad hacia el centro de la tierra, dilatadas las pupilas, reseca la saliva en las comisuras de los labios…
De este modo se vuelven a encontrar, ella se dirige hacia el, la ve acercarse arrastrándose por el piso, pero esta vez no está dispuesto a luchar, esta vez se entrega mansamente, esta vez nadie aplaudirá.
“final dos”
1 comentario:
Genial 'misterio'... trajo recuerdos tu relato... haciendo teatro una vez también enfrenté a la muerte terminada la función... solo que a nosotros, nadie nos aplaudió.
Publicar un comentario