miércoles, 29 de abril de 2009

“periódicos”
¿Hacia donde corren las palabras que no deseamos oír?

De tanto ser un murmullo sus voces se van apagando
todo el tiempo vuelven,
pero ya no se oyen.
Son la causa
de que en los arrabales cotidianos de las almas
persevere la risa idiota, el repudio a la tristeza.
Las viejas voces que hemos olvidado
vuelven día tras día a la misma hora.
Todas esas palabras que alguien escribió
condenan ayer, nunca hoy.
Así como las caras sin cuerpo que se pasean
frente a nuestros ojos
nos cuentan sus verdades de cartón.
Debajo de un rostro apacible,
se va incrementando el odio
de adentro hacia afuera,
se incinera en un segundo,
estalla en los ojos
y vuelve a la calma
otra vez.
Van y vienen los mismos rostros dando vueltas,
y el devenir al fin de todos los instantes patéticos
de un día entero en el mundo,
no es más que una humorada de salón.
Es esta lucidez un puente tendido
entre la razón mezquina
de una maquina eficiente,
y la contemplación sonámbula
de los hombres que buscan
lejos de ellos mismos.
Allí está el error imperdonable
de querer ponerle letra al silencio,
de irse en el aire con cien sonidos fatales,
que finalmente,
se volverán oración sagrada

día
tras
día.

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